jueves, 22 de noviembre de 2007

El desencuentro


Este es el cuadro del que surgio el cuento

jueves, 15 de noviembre de 2007

Un historia para que disfruten.....o no

El desencuentro (o Pequeñas cavilaciones de alguien que espera)

Como un barquito cáscara de nuez en medio de la marejada de gente, busco una orilla para atracar. Al fin he llegado, no sin cierta dificultad, a nuestro punto de encuentro.

Bueno querida, aquí estoy, miro mi reloj y me gratifica la puntualidad inglesa lograda. Abanico la cabeza ansiando verte, no me sorprende no encontrarte, fue solo un iluso acto reflejo.

Miro mi reloj con un dejo de impaciencia inicial y solamente pasó un minuto desde que llegué. Extraños mecanismos mentales los que logran hacer tan palpable el concepto de la relatividad, donde tanto tiempo fue solamente un efímero minuto.

Buscando distraerme centro mi atención en cada detalle, voy recorriendo todo en derredor, haciéndome el distraído ante la compañía de tu ausencia.

Cientos, miles de rostros sin facciones, tan distintos, tan iguales, tan indiferentes, tan ensimismados, pasan frente a mí.

Te agradezco por un momento este instante de concurrida soledad, de contemplación, como un niño que en la margen de un río se queda mirando en el torrente la regata de botecitos de hojas otoñales, en carrera a toda velocidad. Como cuando después de una larga caminata llegas a la cima de un cerro, y mientras luchas por recuperar el aliento, el mundo se detiene ante tu mirada.

Cuanto hace que estoy aquí? Segundos, minutos, horas….

A veces se pierde la noción del tiempo entre los bloques de cemento, hierro y vidrios que casi no dejan ver el cielo, aunque ahí esté, y siempre se puede levantar un poco mas la cabeza para verlo aunque sea en un pequeño recorte, quizás cruzado de líneas, quizás entre nubes de smog… pero cielo al fin.

Y de pronto vuelvo a levantar la vista, buscando esa porción de firmamento como si de una necesidad imperiosa se tratase, como si me encontrara bajo el mar y se me estuviese acabando el aire, y buscara desesperadamente la superficie, esa bocanada de energía vital mas para el espíritu que para el cuerpo. Pero me detengo en una columna, una arcada, la mampostería de un balcón, y una silueta, y una emoción me recorre vertiginosamente el cuerpo, e incrédulo de mi propio asombro me pregunto casi inocentemente, quien puso eso ahí?, como que tiene mas de cien años? Que sensibilidad en el detalle, que proporciones…

Sorprendido de la belleza descuidada, o desatendida, o ignorada, o pasada por alto solo por el hecho no saber que estaba ahí, por no superar el ángulo de noventa grados que les imponemos a veces como tope a nuestras cervicales. Pero no por ignorarlas algunas cosas dejan de existir, esperanzadas de que al final alguna mirada perdida dará cuenta de ellas. Y así la porción de un bajorrelieve que grafica una escena ancestral de una estética que nos remonta a la antigua Grecia asoma detrás de un estridente cartel publicitario de una gaseosa, y a cada lado los colosos-columnas que sostienen sobre sus espaldas la estructura del centenario edificio que aun sueña que no es latinoamericano, que es europeo!, dice convencido para si, y que solo un error del destino lo pudo haber puesto en estas lejanas latitudes.

Y que ya no se trabaja así, y que antes era distinto, resuenan las lejanas palabras de mi abuelo.

Ahí nomás, a solo una leve inclinación de cabeza. Vamos mirando demasiado el suelo. Será por eso que las zapatillas son cada vez mas llamativas?

Tal vez algunos busquen en algún charquito de agua el reflejo de un cielo añorado. Si solo levantaran un poco la cabeza. Tal vez sea el peso de invisibles presiones, mochilas adosadas que van venciendo sistemáticamente la musculatura de la espalda, como la gota de agua que horada la piedra. Tal vez.

Sigo mi recorrido visual hacia el cielo, solo por ver algo de color natural, en un mundo de vivaces colores, carteles de todo tipo, llenos de gente de sonrisas perfectas que seductoramente nos ofrecen todo un abanico de felicidades, luces, mas luces, lluvia de cometas de techos amarillos que se repiten como en un desfile militar, las constantes intermitencias de los rojos de las frenadas, entrecierro los ojos y todo se transforma en un borroso paisaje multicolor. Y al abrirlos miro al cielo, y aunque es un día gris, me reconforta esa natural monocromía en lento movimiento.

Que hora es? Ya estas aquí? Cuidadosamente escruto a la multitud, y busco tus ojos en decenas de ojos. Tu rostro aparece y desaparece como en un veloz y repetitivo acto de magia, No, aun no.

Miro mi reloj, y por un instante aparece en mi cabeza el magnético sonido del tic-tac; Sonrío, - estas alucinando, los relojes ya no hacen tic-tac – lo se, es imposible escucharlo, aunque mi viejo reloj automático todavía conserve los sonidos de antaño como una débil resistencia anti-tecnológica, como un enlace con un pasado lleno de nostalgias no vividas, restos de una época que creemos recordar aun estando seguros de no haber estado ahí, no hay forma, no habíamos nacido, como si esa memoria o parte de ella se pudiera heredar, quizá sea así, ese gen argentino del que tanto hablan, que nos impregna de nostalgia tanguera, de la birome, del colectivo, campeones morales, y el dulce de leche y los argentinos somos derechos y humanos . No, es imposible escuchar el reloj, y violentamente vuelvo a la caótica orquesta de sonidos. Y en el estridente concierto aparece un solo de un motor diesel, pasando y alejándose con una estela de nubes de humo y al fondo que hay lugar. Ahora el agudo motor de una moto de delivery, que gracias al mundo globalizado dejo de ser la motito de entregas a domicilio. Bocinas, mas bocinas, todo un exceso de los vientos. Cientos de voces en el coro en un murmullo uniforme, te llamo che fuego campeón estou procurando uma loja de artigos regionais sorry where is the government pink house please que disculpe obrigado man Tucumán y Paraná es por acá si siete cuadras derecho gracias de nada hasta mañana saludos thanks chi vediamo domani tenes el diario de hoy taxi que baile les dimos che nos vemos cambio cambio pago mas chau.

Obscurece, cuanto paso? Sería aquí? Seguro que era aquí.

Un celular cada dos personas y tu, con tu romántica negación al aluvión de modernidad modelo siglo veintiuno. Un celular cada dos personas, ficciones de la estadística. Pero tienes que reconocer ciertas concesiones. Tanta música en esto tan pequeño, dijiste al recibir el reproductor de mp3 en tu cumpleaños. Sucumbiste ante eso. Y el email? Viste el fotoblog de mi amiga? El fotoque? No lo niegues, la tecnología te invade, te acorrala, y lentamente te convence.

Activo celulares, que haces que?, le ofrezco el nuevo modelo, con cámara de fotos, bluetooth, reproductor de música, ah, me olvidaba, también tiene radio, lo puede pagar en cuotas, activas?, sirve para hablar? No, gracias, recién tiré.

Reviso los carteles de la esquina solo para confirmar la dirección que se repite en mi cabeza. Seguro era acá, pero empiezo a pensar que no nos encontraremos, seguro le paso algo, veremos, seguro me va a llamar, hoy ya se hizo tarde, seguro ya no vendrá…seguro? y con la certeza que bien pudimos estar solo en veredas opuestas, solo a una pequeña gran distancia y aun así no vernos, desisto resignado del encuentro y empiezo a caminar, uniéndome a la corriente mientras hundo mis manos en los bolsillos, formando parte de la desordenada procesión a ninguno y a todos lados, silbando una vieja canción que apareció sin avisar, como son estas cosas, y sumergido voy andando, un pez mas del cardumen.

Mañana veremos.

Bienvenidos

Gracias por acercarse a este espacio de libertad, donde vuelco mi pasión en forma de letras algunas veces, de imágenes otras.

Participen, aporten, recomienden...hagamos un pequeño lugar de encuentro.

Sus comentarios serán bienvenidos.