El celeste cielo se vuelve gris,
Gris plomo, pesado,
Opresor
Sobre la cabeza y sobre el alma.
El blanco es una sabana
Con la que se tapa
Lo feo,
La desazón,
Lo que no debemos ver,
Para no despertar
Del cómodo letargo,
Para conservar el paisaje
En la mirada
Como un cuadro impresionista,
Y no dejar
Que el golpe de realidad,
O la realidad golpeada,
Nos impresione.
Así es más fácil,
No hay que dar vuelta
La cabeza
Para ignorar.
Los ojos ciegos
A fuerza de corazones
Negados a sentir.
Cuerpitos de cartón.
Pies de barro.
Y las bocas ausentes,
Extirpadas,
Borradas,
De callar lo necesario,
De no recibir
Lo ya no pedido.
Celeste y blanco de pocos.
Celeste de un cielo lejano,
Blanco de guardapolvos
Que no son
Y tizas que esperan.
Celeste y blanco
Que duele
Al que se anima a ver.
3 comentarios:
MUY BUEN POEMA, SENCILLAMENTE IMPECABLE. BRAVOOO, ERES PURO TALENTO
Gracias Alma, siempre tan atenta, me alegra que te guste. Saludos.
Muy bueno, Pablo. Hablás del celeste y blanco del cielo pero me resuena como el de nuestra Patria herida, tan ciertas tus palabras. Un abrazo
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